Anuncio de una Ópera basada en la novela Aura de Carlos Fuentes |
La concepción de los géneros es un
fenómeno que obedece al convenio social y que ha sido elaborado gracias al gran
cúmulo de arquetipos que con el paso de los años han sido elaborados y
reelaborados en el inconsciente colectivo. Es decir, se nace hombre o mujer,
pero es la sociedad la que establece cual debe ser el rol que cada uno debe
desempeñar, en otras palabras, se aprende a ser masculino o femenina, pero
también se aprende a juzgar lo que la masculinidad y la feminidad deben ser.
En ese orden de ideas, resulta también necesario recordar que el mundo no
es un lugar homogéneo y, si se piensa en la pluriculturalidad aún existente (a
pesar de la gran influencia de la llamada visión occidental que prima en el
planeta), se puede fácilmente deducir que la apreciación de los géneros no es
idéntica en todo lugar.
Ahora bien, tomando en cuenta lo anteriormente expuesto, se podría preguntar:
¿A qué visión de los géneros se pretende aludir en el presente trabajo? Pues,
bien, al tomar en cuenta que el análisis se enmarca en el contexto
latinoamericano (pues se aborda un par de obras del autor Carlos Fuentes), por
ende inmerso en “lo occidental”, se hablará desde la idea de masculinidad
y de feminidad que en este lado del orbe impera.
La visión de lo femenino en Occidente se encuentra teñida con una infinidad de
características que apuntan hacia los rasgos más elementales y primigenios de
la humanidad. La mujer (o lo femenino) puede ser lo pasional, lo protector (en
el sentido de lo materno), la vida, lo oscuro, la magia, lo indómito, la
destrucción, el caos, lo privado, lo acuoso, lo subalterno, entre otras;
mientras que lo masculino está adscrito al campo de la razón, el orden, la luz,
la creación, lo mesurado, lo público, el ser cabeza (presidir). Visión que no
es del todo actual, pues se puede rastrear tal punto de vista hasta llegar a
las culturas patriarcales de Medio Oriente.
Ahora bien, aclarado esto y abordando el tema que nos ocupa, resulta importante
resaltar las figuras de Consuelo de Llorente (en Aura) y de George (en
Cumpleaños) para mostrar cómo estos dos personajes, parecidos entre sí, se
hallan configurados de forma distinta a partir de los roles de género.
Hablando de los rasgos que los hacen similares está sin duda el hecho de que
los dos desean seguir existiendo por siempre, de acabar con la barrera que
impone el tiempo, y lo logran. Ambos personajes consiguen su cometido, seguir
vivos con el pasar de los años, a través de la reencarnación. Es más, en uno y
otro caso se toca la figura del doble (Consuelo-Aura; George-niño,
George-hombre adulto, George-anciano). Pero, pese al parecido, la principal
característica que los hace completamente distintos es la forma en la que
consiguen la existencia de estos dobles, y por ende el reencarnar.
En el caso de Consuelo de Llorente, a pesar de que se le muestra como una mujer
que maneja la situación, logra la transmigración de su alma a través del
ocultismo, de la magia. Caso contrario, George, que se trata de un hombre pensador,
de un estudioso que ha hallado la respuesta que necesitaba para encontrar la
manera de seguir existiendo (oponiéndose incluso a pensadores religiosos de
épocas pasadas), y esta respuesta es que “la inteligencia” no muere. Además,
logra su cometido mediante la experimentación (ejemplo de esto: la mujer que
encierra con él).
Como se puede notar entonces en estas obras, aunque no es su tema principal,
los rasgos atribuidos a cada género se ven claramente descritos. La mujer: lo
oscuro, la magia. El hombre: la lógica, la razón.
Sin embargo, a manera de conclusión, se puede señalar que lo sobresaliente de
estos personajes, en el tema que nos ocupa, es ver que a pesar de la diferencia
de caracteres de género, ambos persiguen una meta común y comparten la misma
inquietud. Cosa que resulta esplendida, pues se puede ver en ellos un solo
pensar, dos seres idénticos que solo se muestran distintos por la elaboración
artificial de rasgos distintivos del género.
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