-Juan, anda y busca a tu padre-,
Dolorita a su hijo envió.
-Exige lo que nos debe,
que te dé lo que negó.
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Descendió a Comala, Juan,
a Abundio halló en “Los
Encuentros”.
Parecía llevar afán
en esos lares desiertos.
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Comala no olía a pan,
tampoco a leche vertida.
Solamente sonidos van
dando a Juan la bienvenida.
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Eduviges lo esperaba
para brindarle hospedaje.
Dolorita le cuidaba
en esos viejos parajes.
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Sonidos le atormentaban,
A casa de Donis llegó.
Desnudos no más andaban,
su mujer en barro tornó.
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Agotado huyó Juan de allí.
Dejó en la plaza la vida.
Desde lejos vino hasta aquí
y se fue sin despedida.
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Aún escucha los lamentos,
a Susana hablar del mar.
En la tumba los tormentos
no se pueden acallar.
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Retrato de Rulfo por Gabriel
Figueroa Flores (1984).
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¡Gracias! Sí, eso fue precisamente lo que más me gustó de la obra.
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