Hablar de Pedro Páramo es
hablar de historia. Es hablar de las distintas facciones del rostro
mexicano. Y es hablar, además, no sólo de facciones, sino de máscaras siempre
cambiantes, bajo las cuales se devela la expresión de una historia
vivida, de una historia no sólo hecha de tiempo. Por eso el propósito de Juan
Rulfo -o por lo menos quería prescindir de ello como ingrediente literario- no
era ubicar en una determinada época unos determinados personajes, sino situar
los imaginados geográficamente, involucrarlos en una región e incluir,
asimismo, los acontecimientos que ahí habían ocurrido. “Pero sí -dice el
autor-, hay ciertos hechos, ahí, que más o menos…” tocan, refieren la
revolución, sería el complemento. Por lo tanto, en la obra no predomina un
trasfondo histórico, pero sí la enmarcan unos factores legítimos e invariables
(lugar, situación, etcétera).
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario